miércoles, 22 de octubre de 2014

Solo quizás...

La anormalidad vuelve a ser anormal, los constantes flagelos que asomaban desaparecieron.

Una alegre pena, por el momento que se pierde y el que asoma, que sin importar que todo lo que ha sucedido en el último tiempo es proporcional a la cantidad de pensamientos fatalistas.

Aún después de tanto tiempo de sobriedad, de estar tranquilo, de ser funcional y parte de la maquinaria llamada sociedad, aún me siento un paria, un extranjero en todo lugar, incluyendo mi casa.

No puedo concebir que después de tanto, de lograr tantas cosas, no logro sentir felicidad, no logro establecer la alegría que tanta falta me hace.

Me siento frustrado al comprender que mi necesidad de superarme logre botar por el suelo los esfuerzos de ser feliz, no logro entender que a la fecha sigo sintiéndome un don nadie.

El simple recuerdo de un pasado trágico, en el cual fui demasiado vulnerable, me da mucho miedo. Temo como hace mucho, porque no quiero volver a ese lugar del que tanto costó salir.

No creo que la felicidad dure tan poco, solo siento que falta mucho para mejorar completamente.

Sigo buscando la felicidad.