Siempre digo ser lejano a las personas, pero en cada viaje logro conocer gente que me demuestra lo contrario.
Y es que uno finalmente logra conocer gente en cada lugar que está, pero no siempre se vuelve cercano a ellos. Por extrañas circunstancias, hago amistad en todos los lugares.
En mis vacaciones, estuve hasta las 3 de la mañana, cocinando con un hondureño y un venezolano, por el gusto de compartir una grata conversación y aprender un poco de sus vidas.
Ahora, entre un cigarrillo y la luna, pienso en lo que dicen los budistas "vivir muchas vidas en una vida". He vivido demasiadas experiencias a pesar de mi edad, he convivido con miles de universos, a pesar de no estar tan lejos del mío, he conocido mundos, que han formado parte de mi mundo.
Un ser tan extraño al mundo de la gente normal, tan alejado de las personas que quieren vivir su vida como se les enseña, ha experimentado el placer de conocer gente con pensamientos, países y lenguajes muy distintos al mío.
Es hermoso saber que la soledad no es única, que todos estamos en un punto tan solos, que buscamos la compañía de gente que también está sola para crear comunidad.
No puedo expresar en mis palabras la sensación de saber que no soy el único ser en el mundo que siente esto, que hay personas que viven cosas quizás peores a mis propias vivencias que se aferran al simple acto de vivir un día más.
Me emociona saber que en el mundo hay gente que no es gente, que somos parte de un mundo aparte, que la gente común jamás logrará comprender, porque no pertenecemos al ningún lugar.
Siempre soñé ser parte de la comunidad de anillo, esta noche logré comprender que soy parte de la comunidad del mundo, ese mundo que nadie ve, soy de la comunidad invisible.
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