miércoles, 24 de junio de 2015

No es lo mismo

Siempre me he considerado una persona que agradece el debate, siempre esperando que sea en buenos términos y con altura de miras. Aún así, soy una persona que odia los conflictos, cualquiera sea su contexto, no soporto ver discutir y pelear a la gente, tan acostumbrada hoy por hoy a la agresión injustificada.

Agreguemos a esto el factor Santiago, un Santiago plagado de factores que intensifican la irritabilidad de las personas. Todas las mañanas al salir de mi casa ingreso a un campo minado, en el cual si no caminas con el cuidado suficiente, puedes crear una explosión a gran escala.

Todos lo días tengo que aguantar golpes, gritos e insultos, a veces a mi, a veces a la gente; muchos se sorprenden cunado pido permiso al salir del metro y le doy las gracias a los que se mueven, o doy los buenos días al conductor cuando subo a la micro.

Y me pregunto; ¿En qué momento nos comenzó a parecer extraño tener respeto por los demás y educación para saludar? ¿Qué podemos esperar de nosotros mismos si no somos capaces de ser más personas que individuos?

Cada mañana, me coloco mis audífonos y escucho música, para no tener que escuchar discusiones y peleas en el camino al trabajo, intento molestar en lo mínimo a la gente que se encuentra a mi alrededor, pero a veces tengo la impresión de ser el único que respeta el espacio de los demás.

Creo que nunca he reaccionado de mala forma en caso de que alguien me golpee, aplaste o empuje; una vez sin querer empuje a una persona y casi me apuñala. Pienso que a veces es simplemente parte de mi mala suerte.

Quizás sean solo palabras de amargado, es posible que me encuentre tan inmerso en mis pensamientos y mi mundo, que todo cuanto ocurre fuera de él me parece desagradable, tal vez tengo razón y la gente ha perdido su capacidad de ver más allá.

Aún así confío en que la gente puede mejorar, ya que de otra forma me tocará estudiar para astronauta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario