lunes, 30 de noviembre de 2015

El mal enfoque de ser bueno

¿Cuál es la principal motivación para realizar buenos actos?

Dar una buena impresión, sentirse bien consigo, esperar compensación de cualquier tipo, equilibrar los actos malos que se han cometido?

Pero, ¿Por qué no puede ser el simplemente querer realizar dichos actos por convicción?

La sociedad perdió su enfoque, los buenos actos han sido realizados para fines egoístas, mezquinos y con un fin malvado, que ya no confiamos en la gente que los realiza porque nuestro corazón dice simplemente que es lo correcto.

Yo pasé mi juventud en un mundo aparte, un mundo que me enseñó cosas que en la mayoría de las casas no hablan. A los 12 aprendí a respetar a todos, independiente de su condición social, o sexual, por lo cual me gané ser tratado de maricón hasta el día de hoy.

Yo crecí en un mundo distinto, en el que lo importante siempre fue estar feliz conmigo, sin importar lo que el resto pensara. Es quizás esa la principal razón por la cual me molesta que la gente crea que mis actos no son sinceros, porque no conozco otra forma de ser, a veces me mando unos cagazos dantescos por hacer lo que supongo correcto, pero no tengo muchas intenciones de cambiar mi esencia.

Es difícil vivir bajo el prisma de ser buena persona, porque actúas bajo la premisa de ayudar a todo el mundo que necesite ayuda, por lo cual muchas veces terminas siendo traicionado por las personas que ayudaste, además como no siempre puedes ayudar a todos, te conviertes en mentiroso y las buenas intenciones, se transforman en problemas por dar tú palabra.

Es complicado ser buena persona, porque de ser algo natural y parte de nuestro ADN, pasa a ser sinónimo de desconfianza. Entonces, de ser una persona que por lógica debe inspirar confianza, logras el efecto contrario.

Yo no voy a cambiar, porque la ínfima cantidad de valores que poseo, los cumplo a muerte, solo siento pena de tener que convivir con gente que quizás nunca entenderá que la desconfianza es un mal hábito y que solo trae tristeza y amargura.

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